sábado, 17 de mayo de 2014

Hielo

Abro los ojos, maldito dolor de cabeza. El cuerpo entumecido. Mierda, ya he vuelto a dormir en esa posición tan incómoda ahora estaré todo el día moviendo el cuello como si fuera la niña del exorcista. Qué erótico. 

Camiseta ancha, bragas y piernas largas torneadas enrolladas entre las sábanas. Está llegando el verano. 


Saco el coletero de la muñeca y me hago un moño improvisado. A él siempre le he gustado más con el pelo recogido. Podría escapárseme esa sonrisa soñadora pero no sonrío, hoy no. No me ha hecho falta alargar la mano en la cama para saber que vuelves a no estar aquí, conmigo. 


Siempre se me termina yendo la cabeza entre unas cuantas cervezas de más. Oye, hacía mucho que no podía decir "acabo de hacer una locura por amor". Pero ya ves, otra vez me sumerjo en el eterno retorno. Aquí estoy, con un moño y en bragas pensando qué coño hice mal contigo, otra vez. 


Miro las medias en el suelo. Rotas. Ayer debí de caerme o de tirarme por un precipicio. Analogías de medias y mi vida.


Suspiro en dirección al baño. En el espejo se reflejan los labios aún rojos y restos de rímel en las pestañas. Dos tirabuzones pelirrojos enmarcando la cara. Guapa, sí, guapa. Total, si no me lo digo yo, entonces ¿quién? 


Tengo la vida suficientemente mordida para saber cómo disfrutarla sin terminar de arrancarme el corazón.


En la ducha el agua fría, que me deje el interior a su habitual temperatura ambiente. Que ayude a reconstruirme las murallas de hielo que ayer derribaste. 


Me seco sin mimo. Me miro, y el espejo me la devuelve desafiante. El cabello empapado, corto, color fuego, sin peinar. Indomable, salvaje y siempre con ganas de aventura. Como yo.


Comienzo el ritual como cada mañana. Cuando termino de pintarme los labios, ya no hay restos de cenizas que barrer y sólo queda una barrera de cristal de hielo amurallando el corazón.

3 comentarios:

  1. Me ha encantado, mientras lo leía tenía la sensación de estar ahí, mirándote. Me gusta la cercanía con la que lo has escrito.

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  2. Muy facil empatizar y mejor escrito.

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  3. a lo mejor debería ser él quién se pregunte 'qué coño he hecho mal contigo?' pero muchas veces es más fácil decírnoslo a nosotros mismos en vez de pensar que tal vez la otra persona es la imbécil.

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