viernes, 13 de junio de 2014

Tiempo entretejido(s)


De la manta de Penélope quedaba ya poco. 
Unos jirones que se movían a golpe de viento e iban y volvían. 
Perdidos de haber estado encadenados a una eterna espera, 
sin saber qué es la libertad.

De uno de ellos un famoso diseñador había tejido un pañuelo
que albergaba todos los colores del universo. 
Y, en él, aún, se escuchaba el estallido de las olas contra los muros de Ítaca o,
quizá, fuera el sonido sordo de las lágrimas de Penélope al golpear el suelo. 

Todas aquellas que lo vestían, decían sentir lo mismo, 
la presencia de unas manos del pasado que hablaban de ausencia, 
rodeando su cuello.