Vuelvo a ser Penélope.
Ulises se ha marchado,
dice que se va de casa,
que no me encuentra en las paredes de Ítaca,
que se le ha vuelto grande
y, a la vez, demasiado pequeña.
Ha zarpado y ya atraviesa tormentas de recuerdos y
vuela en huracanes de pensamientos.
Sus ojos ya no se distinguen del mar,
los dos azules e infinitos.
Dice que se va,
pero para venir a buscarme
que él aún no sabe tejer mantas.
jueves, 23 de octubre de 2014
jueves, 16 de octubre de 2014
En el tres treinta y seis.
Vivo en una recta llena de curvas,
en un tres treinta y seis sin ascensor,
en el cero del 2.270,
en el último minuto de veintidós horas con dos.
en un tres treinta y seis sin ascensor,
en el cero del 2.270,
en el último minuto de veintidós horas con dos.
Soy la mirada copiloto,
la mano en tu cuello y la tuya en mi pierna.
Soy en el gesto inesperado,
en los besos de espaldas,
en el sello que recorre un AlemaniaEspaña.
la mano en tu cuello y la tuya en mi pierna.
Soy en el gesto inesperado,
en los besos de espaldas,
en el sello que recorre un AlemaniaEspaña.
Duermo de derechas, de ti a la izquierda,
en una esquina de pecho y brazo.
en una esquina de pecho y brazo.
Despierto con el pelo suelto y enredado
siempre que es a tu lado.
siempre que es a tu lado.
Aquí tengo el mundo bajo cero. El sol se ha escondido,
dice que se fuga con la luna.
Y de ti ahora sólo queda la almohada.
En el tiempo marca lluvia para hoy, pero, por si acaso, me he dejado el paraguas en casa.
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